A finales de los cuarenta empezó a cantar , ganó un concurso radiofónico y fue fichado por la orquesta Los Trovadores, de Alfonso Saavedra. Todos quedaron emocionados con su voz. Se hizo profesional, al principio con este grupo, y después con Los Satélites. Con ellos viajó a Venezuela, la primera vez que una orquesta gallega cruzaba el Atlántico. Al regresar de su vuelta por América, Los Satélites traerían a la verbena el poder de la música tropical, veinte años antes de que en Nueva York se inventase la palabra salsa. Pucho, mientras tanto, se quedó en Venezuela.
Volvió para juntarse de nuevo con Los Trovadores, que tocaban en Madrid en invierno. Con ellos, grabó los primeros discos. Pero sería a partir de su incorporación a Los Tamara, llamado por Prudencio Romo, cuando se haría popular y llegaría a ser, como se dice en el documental en su honra: “El crooner del fin del mundo”. Cantó boleros, rancheras, jotas, tangos, canción italiana y merengues. Actuó en el Olimpia de Paris, compartiendo escenario con Charles Aznavour y Jacques Brel. En Suiza, entre las comunidades de emigrantes, su voz protagonizó el renacimiento de la canción en gallego. Le puso música a los versos de Curros Enriquez, Celso Emilio Ferreiro y Rosalía de Caastro
Los años de púrpura duraron hasta 1976, año en que dejó Los Tamara por padecer de problemas renales.
Pucho Boedo tenía una personalidad desbordante, y ya no sólo cuando cantaba, sino también cuando se bajaba del escenario y se ponía a la altura del resto de los mortales. El rockero Miguel Ríos, uno de sus mejores amigos durante su periplo madrileño, decía de él que era un “atleta de la noche” y, en “Un crooner na fin do mundo”, confiesa que seguir su ritmo de galopadas noctámbulas le resultaba en ocasiones totalmente imposible: se acostaba a la hora en la que los obreros acudían a sus puestos de trabajo y, sin embargo, esa misma noche, su voz no se resentía en absoluto.
Al margen del aspecto físico, no cabe duda de que su enfermedad, una insuficiencia renal, supuso un durísimo golpe moral para Pucho Boedo. En 1976 todavía no existían en Galicia las máquinas de las diálisis, pero Boedo tenía muchos amigos y uno de ellos, el ex futbolista Amador, propietario del restaurante “Casa Galega” en Palma, le recibió con los brazos abiertos en Mallorca, donde el hombre de la “voz dorada” residió cuatro años.
De nuevo en Galicia, Pucho Boedo era consciente de que no le quedaba mucho tiempo en este mundo, pero aún así canto todo lo que pudo y más, y, sobre todo, apuró la vida hasta el final. Dicen que “O vello e o sapo”, con letra del poeta Curros Enríquez, era su canción preferida: fue la última que interpretó aquel fin de año. Se fué en el año 1986.
El misterioso grupo de Santiago de Compostela Los Miserables rindió homenaje a La Voz en su tema titulado "Tú no eres un Pucho Boedo" . El tema fué compuesto en el tiempo en que Pucho ya estaba muy mal, pasaba más tiempo en el hospital que en casa
Tú no eres un Pucho Boedo (© Los Miserables 1985)
Siempre
quieres llegar el primero
Recurres
a la gente sólo por dinero
Pierdes
el tiempo bebiendo en las barras
Comiéndote
el mundo sólo de palabras
Te
interesas por posturas políticas
Que
nunca sabes justificar
Por
eso tú no eres un Pucho Boedo
Pisas
fuerte sin ningún cuidado
Los
clavillos que luces te mantienen enclavado
Sigue
adelante, hazte otro cacharro
Por
eso tú no eres un Pucho Boedo
Tú no
eres un Pucho Boedo
El
está cojo, pero puede saltar
Sin
pulmones, pero puede cantar
Nacido
para perder
Él sí
es Pucho Boedo
Está
cansado, pero puede amar
Está
hundido, pero puede flotar
Nacido
para perder
Él sí
es Pucho Boedo
Pucho
Boedo!! ... Pucho Boedo!!
Pucho
Boedo!! ... Pucho Boedo!!
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